jueves, 22 de diciembre de 2016

Al árbol le gusta entonar canciones que el viento no recuerda.

       Frecuentemente hablamos de encinas y de olivos, de madroños y de quejigos, como especies más familiares de nuestro entorno. Pero paseando por el Parque Natural de la sierra de Cardeña-Montoro y por el término municipal adyacente de Adamuz, reparamos en la existencia de otras especies vegetales, entre ellas los pinos, que forman los bosques surgidos de las repoblaciones forestales efectuadas hace unas décadas..
       En el Parque Natural la mayor superficie geográfica la ocupa la dehesa. En sus bordes y en las penetraciones de sus barrancos fluviales existen matorrales y bosques de arbolado frondoso. Estos no tienen hoy la condición de bosques mediterráneos, pues la perdieron en las operaciones de desmonte para el acondicionamiento agroganadero o preparatorias para la repoblación forestal. El fenómeno de la repoblación forestal fue muy común en España y Andalucía, y dentro de ésta, en muchas áreas de Sierra Morena. Se llevó a cabo a partir de los años cuarenta del Siglo XX bajo los auspicios del Estado, fue ejecutada por el Patrimonio Forestal y materializada mediante el consorcio con los propietarios de las fincas.Tuvo una finalidad económico-productiva en el contexto de la autarquía posterior a la guerra civil y careció de planteamientos ambientales o ecológicos, dimanando de ahí su fragilidad y principales inconvenientes (plagas, carácter de “monocultivo”, combustibilidad, etc.). Con el tiempo las áreas repobladas han llegado a constituir importantes unidades de paisaje hoy perfectamente observables.
       Las repoblaciones forestales, que también estaban encaminadas a proteger de la erosión las abruptas cabeceras de los afluentes del Guadalquivir, han de relacionarse con las transformaciones agrarias que experimentó Sierra Morena en su conjunto a mediados del siglo XX.
En efecto nuestra sierra Morena y el sector oriental de Los Pedroches –principalmente Villanueva de Córdoba y Cardeña- fueron objeto de la desamortización civil o de Madoz. En aplicación de las leyes correspondientes una enorme extensión de terreno que hasta entonces gormaba parte del común de vecinos de las localidades fue vendida a particulares y convertida en fincas de propiedad privada. La mayor parte de éstas, es decir, las que tenían mejores aptitudes agronómicas, fueron desmontadas y plantadas de olivar, originando los quebrados olivares de sierra que nos resultan tan familiares y que tanta importancia tienen en la economía de nuestros pueblos.
       Las fincas de peores cualidades para el aprovechamiento agrario también fueron desmontadas para convertirlas en terrenos de pastos complementarios a las explotaciones de dehesa.
Con el paso del tiempo coincidieron dos hechos: los propósitos repobladores del Estado la pérdida de rentabilidad de las explotaciones agroganaderas de sierra. Se cernió sobre ellas la denominada crisis agraria de las explotaciones serranas. Contribuyeron a ella factores como el éxodo rural, el encarecimiento de la mano de obra, la disminución del precio de la lana y de las especies  ganaderas autóctonas, etc.
No obstante, lo acaecido fue mucho más que una crisis; fue una auténtica quiebra de los sistemas agroganaderos tradicionales, que quedaron desarticulados y sin posibilidad de recomposición en el contexto de los nuevos tiempos.
       Se produjo el retroceso de las prácticas agrícolas y ganaderas o, sencillamente, se abandonaron. Y esta coyuntura favoreció la repoblación forestal, pues los propietarios se hallaron más propensos a consorciar y acceder a los propósitos de repoblación del Estado, que además, incluso podía ser un modo de amortiguar la pérdida de rentabilidad económica.
       Las repoblaciones forestales son las responsables directas de la aparición de la cobertera vegetal de pinares a la que nos referíamos al principio. Sus avances intensificaron la retracción de la ganadería doméstica por incompatibilidad con las especies recién plantadas y, en sentido contrario, el retroceso ganadero estuvo compensado por el avance de la fauna silvestre.
       Como una buena parte de esta podía ser objeto de caza y de aprovechamiento cinegético, pronto se desarrollaron los vedados y cotos de caza, que llegaron a alcanzar un estado de excelencia coincidente con el espesamiento de los bosques, la promulgación de la nueva Ley de Caza (1970) y la gran densidad animal.
       Las antiguas explotaciones ganaderas ase convirtieron en cotos, a través de los cuales los antiguos propietarios o los nuevos de procedencia urbana recién llegados al mundo rural, reencontraron la rentabilidad perdida a la quiebra del sistema.
       Surgió un nuevo paisaje en sus componentes formales (los pinares) y funcionales (los cotos), los cuales son hoy claves para comprender Sierra Morena en su realidad y significado geográfico.






jueves, 20 de octubre de 2016

GRANADA MADURA, TENTACIÓN SEGURA

        Como homenaje al otoño, hablaremos de las GRANADAS protagonistas en  postres y ensaladas y en muchas pinturas, en los que se nos presentan éstas como estrellas. De forma colorida y jugosa, como si fueran rubíes. En Los Pedroches, con dos granadas, medio vaso de vino tinto y una cucharadita de azúcar, conseguimos un postre extraordinario tras dejarlo reposar un par de horas. O podremos degustarla en ensalada de col aliñada con ajo, sal, vinagre y aceite, donde la granada será el colofón de color y sabor.

 
      Los productos alimentarios se han patrimonializado, debido a la ampliación del concepto de patrimonio, del paso de lo material a inmaterial, de lo económico a lo cultural y de las tradiciones y costumbres gastronómicas cotidianas a la identidad. Por ello, tanto valor debemos dar a nuestros productos, fruto del territorio y de su historia.
         El granado es un árbol originario de la zona que abarca desde Irán hasta el norte del Himalaya en India, y fue  naturalizado en todo el Mediterráneo , desde la Antigüedad. Se sabe del cultivo del granado, desde hace al menos 5.000 años en Asia occidental y en el Norte de África. La pulpa de la granada ha sido siempre una base importante para condimentar diversos platos de nuestra cocina.  Abd-al-Rahman, el primer emir omeya de Córdoba, fue quien las trajo de Bagdad en el siglo VIII..

        En cuanto a la pintura y el arte relacionados, traemos a este blog  un cuadro de Francesco Noletti (1611-1651) pintor apodado El Maltés y de gran reputación en Roma. Y por otro lado, un cuadro de José Ferrer (1746-1815), pintor español, castellonense.


      En general es muy normal que haya símbolos y alegorías camuflados tras la representación de bodegones, utensilios de cocina y alimentos. Las frutas se asociaban con los cuatro sentidos, y aludían también a virtudes y vicios. Las flores y frutos se relacionaban con la belleza, simbolizando a niños y mujeres.
También el bodegón podía tener un fin didáctico o moral. ,Por ejemplo, representar calaveras y relojes indicaba la rapidez del paso del tiempo y la imposibilidad de detenerlo, refiriéndose a lo efímero de la vida.

 ¡Qué hermosa esta granada, Platero!. Me la ha mandado Aguedilla, escogida de lo mejor de su arroyo de las Monjas. Ninguna fruta me hace pensar, como ésta, en la frescura del agua que la nutre. Estalla de salud fresca y fuerte. ¿Vamos a comérnosla?.
¡Platero, qué grato gusto amargo y seco el de la difícil piel, dura y agarrada como una raíz a la tierra! Ahora, el primer dulzor, aurora hecha breve rubí, de los granos que se vienen pegados a la piel. Ahora, Platero, el núcleo apretado, sano, completo, con sus velos finos, el exquisito tesoro de amatista comestibles, jugosas y fuertes, como el corazón de no sé qué reina joven. ¡Qué llena está, Platero! Ten come. ¡Qué rica! ¡Con qué fruición se pierden los dientes en la abundante sazón alegre y roja!. 

(J. R. Jiménez, Platero y yo)

lunes, 29 de agosto de 2016

"Septiembre el vendimiador, corta los racimos de dos en dos"

       Septiembre, mes de la vendimia, momento de recoger la uva para elaborar más adelante el benéfico vino. Tiempo de celebración en muchas zonas vinícolas y tiempo de emigración temporera.  Los vendimiadores parten con sus maletas buscando trabajo en otras regiones y muy especialmente, en Francia.

        Aunque hoy día ha aumentado la mecanización y a la vez la oferta de temporeros llegados de otros países, los españoles regresan de nuevo a la vendimia francesa,  sobre todo a partir del año 2006. La crisis, el desempleo en la construcción, la falta de perspectivas de los jóvenes universitarios, etc.,  ha llevado a muchísimas personas a trasladarse, gran parte de ellas con un perfil distinto y con un nivel cultural diferente al de los temporeros de hace 50 o 60 años.

       La recogida de la uva puede realizarse de forma manual, o mecánica mediante tecnología moderna.  Tradicionalmente, los trabajadores  agrupados en cuadrillas, cortan los racimos de una zona asignada para el día,  con tijeras de podar. Pasan a depositarlos en un cesto que los porteadores vierten al  camión para llevarlos a la bodega o cooperativa  vitivinícola para su tratamiento. La tradición se ha mantenido en gran medida, así como las costumbres. Al pasar casi 24 horas juntos,  los trabajadores  comparten historias e inquietudes, risas y preocupaciones.  Como nos cuentan algunos de ellos, elaboran una comida especial  los domingos y se dan consejos sobre cómo aliviar los dolores de espalda tras un  duro día de trabajo. Camaradería y ambiente de familia suplen las  carencias existentes al encontrarse lejos de su tierra.

       En el pasado siglo XX y tras acabar la guerra, los desajustes económicos sufridos por muchos agricultores y jornaleros, y en general  la ausencia de  una economía diversificada,  hizo que muchos de nuestros paisanos buscaran recursos para mantener a sus familias en otras tierras, vendimiando.

       Antiguamente las “mocitas” conseguían un dinero extra para ir haciendo su ajuar de boda. Trabajaban en la vendimia y enlazaban después con la recogida de la aceituna y las bellotas. Con ese dinero adquirían telas, cintas, joyas, pañuelos y otros aderezos, y a la vuelta comenzaban a bordar sus trajes y la camisa del novio. Hay una bonita zarzuela sobre la vendimia que dice así:
"Cuando despierta la aurora;
 cantando cual avecillas:
marchamos a la faena,
las mozas de esta cuadrilla.
Marchemos, pues; sin tardanza;
 que la hora se aproxima,
de cumplir nuestro trabajo, alegre,
 de La Vendimia.
Y marchemos con agrado,
 a esta singular faena,
de llenar capachos de uvas,

 cogiendo de cepa, en cepa."




lunes, 15 de agosto de 2016

Agosto...frío en rostro.

       Los refranes y dichos son  riqueza popular, al igual que el vocabulario, las costumbres, la arquitectura, el paisaje, etc.  El folklore meteorológico también constituye parte de nuestro patrimonio rural, de forma que el refranero según los meses, las Cabañuelas y el almanaque Zaragozano por ejemplo,  nos son muy familiares en Los Pedroches, si bien en todas las culturas y pueblos, el conocimiento de la naturaleza, la predicción de lluvias, vientos y tormentas a través de la observación del terreno, del cielo, de las plantas, de los animales y de nuestro propio estado físico y anímico, es un hecho que se remonta al principio de los tiempos. 

       Recordemos aquellos refranes que dicen: "Agosto, por el día fríe el rostro; pero por la noche frío en rostro" (por aquello de refrescar durante la madrugada al ser la noche más larga). O éste otro: "Entre Virgen (la del Carmen) y Virgen (la Asunción) el calor aprieta firme". Y veremos si este año se cumple el de "Por San Bartolomé, tormentas ha de haber"; o el de "Llueva o no llueva, en Agosto la huerta riega". Esperemos que llueva pronto para conseguir  una buena recolección de cereales, vendimia y productos de los huertos. En la segunda parte del Quijote, ya se dirigía el hidalgo caballero a su escudero de la siguiente forma: "Paréceme Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas".

       Sin embargo, las cosas hoy día en asuntos climáticos van mucho más lejos. Los científicos estudian los cambios de la atmósfera, su contaminación, el cambio climático, las amenazas para el planeta, la capa de ozono, etc. Las predicciones se realizan con equipos de tecnología avanzada. Aun así, los hombres de campo mantienen vivo el refrán climático y la tradición meteorológica, que aunque sin fundamento estrictamente científico, nos conduce a la búsqueda de respuestas entre el sentido común, la tradición y la superstición. Así, los entendidos que hacen que perviva este patrimonio rural meteorológico han estudiado este mes el "método de las cabañuelas" para elaborar la predicción de todo el año, apoyándose en los doce primeros días de Agosto que se corresponderán con los 12 meses del año entrante.
Año 1925
Alegoría Mes de Agosto de Adriaan Van Stalbent

Bodegón de Eugenio Lucas Velázquez En Agosto, sandías, uvas, melones e higos.


Cabañuelas

Almanaque zaragozano

El Fraile del Tiempo




lunes, 11 de julio de 2016

La tradición: creación incesante a la vez que cúmulo de experiencias y de valores a conservar

       La tendencia a volver a nuestras raíces, a la naturaleza y a algunas de las costumbres de las generaciones que nos precedieron, es cada día más sólida.  Se intenta combinar nuestro estilo de vida actual con algunas prácticas antiguas, lo cual es una opción para ayudar a solucionar problemas ambientales y sociales. La tradición y la forma de vida de un pueblo o de una comarca, pese a la globalización en la está instalada la sociedad, crea lazos que perviven en el tiempo, que se transmiten a través de las generaciones y que los sentimos como "nuestros", identificándonos y enorgulleciéndonos, así como preservándolos porque son nuestra cultura.


       Hasta mediados del s.XX, nuestra sociedad rural estaba anclada en costumbres ancestrales y estructuras económico-sociales relacionadas con el trabajo en el campo. Las familias eran autosuficientes. Con la irrupción de la maquinaria, mucha gente tuvo que emigrar, la población fue envejeciendo y los jóvenes no han tenido la ocasión de conocer la vida de sus antepasados ni de apreciar los bruscos cambios sociales. Si bien cada vez más, las nuevas generaciones se interesan por conocer el ámbito rural dejando la “modernidad” urbana porque entre otras cosas el trabajo en las ciudades también sufre la precariedad y por otro lado, en los pueblos el acceso a la tecnología y a los servicios se ha facilitado.

        Se pueden constatar tantas peculiaridades relacionadas con nuestra forma de vida y nuestras costumbres, que solo hacer referencia a algunas sería muy pobre, pero si recordamos ......
        Antiguamente la palabra “desperdicio” no existía, todo tenía su valor ante la escasez, todo podía ser reciclado o reutilizado. El intercambio vecinal era algo que aún pervive en nuestros pueblos. Unos se regalaban huevos, otros aceite u hortalizas. Aunque no hubiese mucho dinero, se cambiaban unas cosas por otras. Hoy día debemos intentar conservar la diversidad ecológica y paisajística junto con la riqueza cultural y humana que lleva aparejada. 
        En tierras de olivar, el aceite se usaba para todo. El mejor era el del primer prensado en frío. En comida, en dulces como las tortas con harina, para remedios contra el dolor de garganta, o para el estómago a través de las purgas de aceite, o para el dolor de oídos calentándolo y untándolo con un algodón…etc
          En el pueblo, los niños, después de la escuela, los que podía ir, se iban a caminos de alrededor y con su tirador hecho con gomas de ruedas de coches cazaban pajarillos o jugaban dándole patadas a un balón durísimo o a una pelota de trapo, o manejaban el aro..


       En nuestros campos se ha vivido hasta los años sesenta del siglo veinte de forma milenaria. Se ha pasado de una economía de autosuficiencia a otra de consumo.  De la tierra se sacaba el pan, la carne, leche , huevos, hortalizas, legumbres...Dinero había poco, si acaso para médico o contribución. Aunque ahora pueda haberse multiplicado el rendimiento de la tierra, la nueva sociedad de consumo tiene  gastos de energía, coches, maquinarias, tecnología, ocio, salud, etc. Los alimentos provienen o de grandes explotaciones intensivas o de economías de subsistencia del tercer mundo. Muchas actividades agrícolas y ganaderas han tenido que ser subvencionadas, porque con los nuevos costes, a pesar de los altos precios del mercado, el productor no llega ni a cubrir gastos.
       Por otro lado hay que hablar del agua.  En nuestra comarca, históricamente es un recurso exiguo y escaso, que hay que administrar con mucho sentido común. Los pozos y los poceros han sido claves en nuestra tierra.
       Los escritos de los viajeros y los libros de viaje nos muestran como era la vida de antaño. Son documentos de gran valor antropológico. Nos hablan de que la  diversidad y originalidad de las tradiciones es fascinante,  que  la gastronomía y los sabores son muy especiales, siendo el aceite de oliva y el ajo primordiales. Hábitos saludables y buenas maneras. La urbanidad no era privativa de ninguna clase, el saludo y el usted siempre estaba presente. Por otro lado, los hábitos religiosos también estaban muy extendidos, desde procesiones y romerías hasta misas de alba.  La costumbre del paseo y el deseo de ver y ser visto, de socializar y relacionarse estaba muy presente. La vida en común que realizaban fuera de sus casas era muy rica, en patios, o plazas, y en la misma puerta de la casa para tomar el fresco, de forma que la puerta que separaba lo público de lo privado se abría y servía de contacto social...
       En conclusión, todas esas pequeñas cosas, unidas a la cultura gastronómica, la creación musical y muchas más, así como costumbres y tradiciones populares han ido conformando nuestra personalidad e identidad.


miércoles, 23 de marzo de 2016

Semana Santa: fusión de religión, cultura, economía y tradición.

       La Semana Santa es la mayor celebración del calendario católico, conteniendo una tradición histórica y cultural reseñable en la comarca de Los Pedroches y una dimensión económica indudable. Como otras fiestas, es una práctica de la colectividad que se va renovando constantemente a través de celebraciones vistosas, sentidas y ricas en simbología. Sin embargo, su verdadero significado depende de la forma en que la interpretamos. Las personas más mayores guardan en su memoria la tradición, el estreno de un traje nuevo, el hacer unos dulces caseros, el ayuno,  la fe…. A ello hoy es necesario unirle, no sustituirlo, otras prácticas lúdicas como viajes, gastronomía en restaurantes, consumo, reencuentro…De todas formas, en torno a esta fiesta, incluyendo tanto su carácter religioso,  Pasos y Cofradías como el más lúdico de ocio pagano, se reconstruye y construye un poderoso sentido de identidad y de pertenencia, utilizando como instrumentos el vestuario, la parafernalia, la música, los rezos…

       Esta Semana tan importante para los cristianos gira alrededor de la Resurrección de Cristo, y según muchos autores se vincula claramente a festividades paganas, empezando por su ubicación en el calendario, al elegir como domingo de resurrección el primer domingo tras la primera luna después del equinoccio de primavera. Numerosas religiones paganas consideraron cruciales el equinoccio primaveral y la luna puesto que marcaba la entrada de una nueva estación, el” paso de la muerte del invierno a la resurrección de la tierra”, en tanto en cuanto para muchas civilizaciones daba comienzo la temporada de siembra, y empezaba el ciclo vegetativo de la Naturaleza. De ahí que existieran múltiples rituales propiciatorios para conseguir salud, fecundidad y buenas cosechas. Bajo estas premisas se relaciona la Semana Santa con una cristianización de una fiesta agrícola.
       Volviéndonos de nuevo hacia el carácter identitario, a nuestras costumbres, creencias, culturas, prácticas y ritos que vivimos durante la Semana Santa, podemos constatar el gran valor etnológico que atesoramos, y que nos acerca a lo esencial de nuestra comunidad, a lo más puro, a nuestra identidad, y nos ayuda a través de su expresión renovada cada año, a transmitirlo a las generaciones siguientes.


       En muchos de nuestros pueblos, el Viernes de Dolores y la noche de las Velas eran de los más esperados, así como el Jueves y Viernes Santo, donde era muy peculiar escuchar el ruido de las “matracas”, unas tablas con una especie de aspas y asas que al girar formaban un ruido estruendoso para anunciar los actos religiosos.  De ahí que digamos “dar la matraca” en el sentido de dar la tabarra o molestar. El Sábado de Gloria, al son de las campanas, repicando se colgaban los “marmotos”, que eran muñecos vestidos de trapos viejos y rellenos de paja. Colgados a cierta altura en mitad de la calle, se tiroteaban y ardían…Realmente era un ritual. En algunos lugares se tiraban al arroyo cercano y las muchachas volvían al pueblo con un ramito verde que simbolizaba la primavera.
Marmotos

Matracas


        Otro elemento a no olvidar durante estas fechas es la comida, con un rico patrimonio gastronómico compuesto de platos de Pascua y Vigilia. Condicionado por la práctica de la abstinencia, en teoría se prohíbe consumir carne, por lo que las sopas, el bacalao, el arroz con leche o las torrijas se alzan como elementos de gran atractivo que nos hacen revivir todas nuestras costumbres culinarias y sentirnos identificados con un territorio cuando elaboramos alguna de las recetas típicas y antiguas, incluso estando lejos de él. A través de los sentidos, del aroma y del sabor nos sentimos pertenecientes a él, aún en la ausencia.
Arroz con leche


       Por último, prestando atención a la dimensión económica de la cultura, la Semana Santa se ha consolidado desde antaño como un acontecimiento perdurable y singular con extraordinario calado en nuestra sociedad y causa de un amplio movimiento económico.  En este momento se conjugan los pasos procesionales y su preparación con la arquitectura civil y principalmente religiosa de cada pueblo, así como con su morfología urbana y a nivel económico, se puede afirmar que la Semana Santa tiene repercusión en el consumo, en la producción y en el empleo.   Incluso se implica a sectores productivos que en principio no están vinculados a esta fiesta religiosa y cultural, pero que indirectamente, gracias a gasto de visitantes y residentes, al trabajo y demanda de artesanos, el efecto es global, puesto que se requieren bienes y servicios para conservación, restauración del patrimonio de las Hermandades y Cofradías, trabajos artísticos, floristería, bordados, actividades y excursiones complementarias, etc.  En resumen, se podría decir que esta magnífica celebración religiosa aúna patrimonio cultural, etnográfico, artístico, económico y social.

sábado, 5 de marzo de 2016

Ya llegó el mes de los pobres.....

"Ya llegó el mes de los pobres, ya llegó caza de grillos, espárragos y collejas, ajoporros y cardillos".

       Consideradas algunas como malas hierbas, estas plantas silvestres que vemos en las fotos, las encontramos en campos , lindes y arroyuelos de Los Pedroches y han servido de recurso alimenticio desde la antigüedad en las zonas rurales.
        Actualmente siguen recolectándose por placer, si bien no olvidemos que son fuente de muchas vitaminas y minerales y son apreciadas por ello y por sus cualidades medicinales.

     La recolección de estas plantas no cultivadas lleva implícito un conocimiento heredado por vía oral, y un saber que nos viene de nuestros antepasados, por eso consideramos que además de constituir patrimonio natural, son parte esencial del patrimonio cultural de los pueblos de la Comarca.

      Las especies vegetales que consideramos silvestres pueden ser autóctonas o introducidas hace tiempo y asilvestradas, de forma que se consideren como propias de nuestro campo.

        Existe un libro, universalmente conocido, que sin ser un tratado de botánica ni pretenderlo, nos habla de la flora en la Mancha y en Sierra Morena de forma ejemplar, apareciendo en él  desde las zarzas, “malezas”, “cabrahigos”, aulagas o “aliagas”,  abrojos, retamas, jaras, margaritas, poleo, ortiga, junto, amapola, etc. Hablamos de El Quijote.

       El consumo de verduras como las berrazas, las “fieras” y berros, las collejas, los cardos e incluso las ortigas siguen siendo práctica extendida entre la población rural y actividad especial para senderistas ocasionales.

        Las berrazas, son un tipo de apios que viven dentro de las corrientes de agua dulce. Tienen florecillas blancas que aparecen en mayo, y durante el verano. Al recolectarlas hay que tener especial cuidado en que el agua no sea lugar de abrevadero de ganado para evitar enfermedades. 
berrazas

Por otro lado, el berro se recoge en aguas limpias antes de que florezca a comienzo de primavera. Se puede comer crudo en ensaladas y tiene un sabor ligeramente picante. Es planta perenne  y medicinal, pues tiene propiedades antioxidantes, diuréticas, expectorantes, además de multitud de vitaminas. El sabor del berro se parece al de la mostaza. Se debe lavar muy bien antes de consumirlo ya que en sus hojas pueden habitar muchos insectos. 

berros

Fieras

Fieras


       Otra verdura silvestre que encontramos en Los Pedroches, las collejas, son los brotes y primeras hojas de la especie Silene vulgaris, y que comidas crudas en ensalada, añadidas a un potaje o cocinadas al vapor para hacer posteriormente una tortilla, resultan exquisitas.  
Collejas


El cardo borriquero es otro recurso que se utilizó en la alimentación humana en momentos de escasez. Cuando se va anunciando la primavera empiezan a germinar las semillas de las cardonchas y se va formando un brote de grandes hojas anchas y protegidas por espinas. La penca se consumía con sal, junto con patatas u otras hortalizas, cebolla, hervidos y aderezados con aceite de oliva.
Cardo


        Y para finalizar, llamemos la atención sobre otra planta, la ortiga. De intenso verdor, es planta anual que nace a finales del invierno y comienzos de primavera. Con  hojas dentadas cubiertas por pelos rígidos, que al tocarlas inyectan una sustancia urticante, las vemos en porciones de suelo fértil, abonado, rico en nitrógeno, e igual que las plantas anteriores, se usaron para alimento humano. Las recolectaban para consumirlas cocidas, con aceite, sal y vinagre o limón, o bien en tortilla. También se usan en medicina popular como antirreumática, depurativa, etc. y en cosmética por sus propiedades para el cuidado del cabello. En nuestra zona se usaron mucho como alimento o forraje para los pavos que se criaban en los cortijos.
Ortigas