lunes, 29 de agosto de 2016

"Septiembre el vendimiador, corta los racimos de dos en dos"

       Septiembre, mes de la vendimia, momento de recoger la uva para elaborar más adelante el benéfico vino. Tiempo de celebración en muchas zonas vinícolas y tiempo de emigración temporera.  Los vendimiadores parten con sus maletas buscando trabajo en otras regiones y muy especialmente, en Francia.

        Aunque hoy día ha aumentado la mecanización y a la vez la oferta de temporeros llegados de otros países, los españoles regresan de nuevo a la vendimia francesa,  sobre todo a partir del año 2006. La crisis, el desempleo en la construcción, la falta de perspectivas de los jóvenes universitarios, etc.,  ha llevado a muchísimas personas a trasladarse, gran parte de ellas con un perfil distinto y con un nivel cultural diferente al de los temporeros de hace 50 o 60 años.

       La recogida de la uva puede realizarse de forma manual, o mecánica mediante tecnología moderna.  Tradicionalmente, los trabajadores  agrupados en cuadrillas, cortan los racimos de una zona asignada para el día,  con tijeras de podar. Pasan a depositarlos en un cesto que los porteadores vierten al  camión para llevarlos a la bodega o cooperativa  vitivinícola para su tratamiento. La tradición se ha mantenido en gran medida, así como las costumbres. Al pasar casi 24 horas juntos,  los trabajadores  comparten historias e inquietudes, risas y preocupaciones.  Como nos cuentan algunos de ellos, elaboran una comida especial  los domingos y se dan consejos sobre cómo aliviar los dolores de espalda tras un  duro día de trabajo. Camaradería y ambiente de familia suplen las  carencias existentes al encontrarse lejos de su tierra.

       En el pasado siglo XX y tras acabar la guerra, los desajustes económicos sufridos por muchos agricultores y jornaleros, y en general  la ausencia de  una economía diversificada,  hizo que muchos de nuestros paisanos buscaran recursos para mantener a sus familias en otras tierras, vendimiando.

       Antiguamente las “mocitas” conseguían un dinero extra para ir haciendo su ajuar de boda. Trabajaban en la vendimia y enlazaban después con la recogida de la aceituna y las bellotas. Con ese dinero adquirían telas, cintas, joyas, pañuelos y otros aderezos, y a la vuelta comenzaban a bordar sus trajes y la camisa del novio. Hay una bonita zarzuela sobre la vendimia que dice así:
"Cuando despierta la aurora;
 cantando cual avecillas:
marchamos a la faena,
las mozas de esta cuadrilla.
Marchemos, pues; sin tardanza;
 que la hora se aproxima,
de cumplir nuestro trabajo, alegre,
 de La Vendimia.
Y marchemos con agrado,
 a esta singular faena,
de llenar capachos de uvas,

 cogiendo de cepa, en cepa."




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