Septiembre, mes de la vendimia, momento de recoger la uva
para elaborar más adelante el benéfico vino. Tiempo de celebración en muchas
zonas vinícolas y tiempo de emigración temporera. Los vendimiadores parten con sus maletas
buscando trabajo en otras regiones y muy especialmente, en Francia.
Aunque hoy día ha aumentado la mecanización y a la vez la
oferta de temporeros llegados de otros países, los españoles regresan de nuevo
a la vendimia francesa, sobre todo a
partir del año 2006. La crisis, el desempleo en la construcción, la falta de
perspectivas de los jóvenes universitarios, etc., ha llevado a muchísimas personas a trasladarse, gran parte de ellas con un perfil distinto y con un nivel cultural diferente al de
los temporeros de hace 50 o 60 años.
La recogida de la uva puede realizarse de forma manual, o
mecánica mediante tecnología moderna.
Tradicionalmente, los trabajadores agrupados en cuadrillas, cortan los racimos de
una zona asignada para el día, con
tijeras de podar. Pasan a depositarlos en un cesto que los porteadores vierten
al camión para llevarlos a la bodega o
cooperativa vitivinícola para su
tratamiento. La tradición se ha mantenido en gran medida, así como las
costumbres. Al pasar casi 24 horas juntos, los trabajadores comparten historias e inquietudes, risas y
preocupaciones. Como nos cuentan algunos
de ellos, elaboran una comida especial los domingos y se dan consejos sobre cómo
aliviar los dolores de espalda tras un duro día de trabajo. Camaradería y ambiente
de familia suplen las carencias
existentes al encontrarse lejos de su tierra.
En el pasado siglo XX y tras acabar la guerra, los desajustes económicos sufridos por muchos agricultores y jornaleros, y en general la ausencia de una economía diversificada, hizo que muchos de nuestros paisanos buscaran recursos para mantener a sus familias en otras tierras, vendimiando.
Antiguamente las “mocitas” conseguían un dinero extra para
ir haciendo su ajuar de boda. Trabajaban en la vendimia y enlazaban después con
la recogida de la aceituna y las bellotas. Con ese dinero adquirían telas,
cintas, joyas, pañuelos y otros aderezos, y a la vuelta comenzaban a bordar sus
trajes y la camisa del novio. Hay una bonita zarzuela sobre la vendimia que
dice así:
"Cuando despierta la aurora;
cantando cual
avecillas:
marchamos a la faena,
las mozas de esta cuadrilla.
Marchemos, pues; sin tardanza;
que la hora se
aproxima,
de cumplir nuestro trabajo, alegre,
de La Vendimia.
Y marchemos con agrado,
a esta singular
faena,
de llenar capachos de uvas,
cogiendo de cepa, en
cepa."
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