Desde tiempos casi inmemoriales, el
suelo de las viviendas se ha adecuado al tipo de arquitectura y al estilo
artístico dominante, constituyendo una forma de expresión y un verdadero arte. Ha servido para realzar estéticamente
los espacios nobles y concretar los diferentes usos de cada espacio dentro de
una casa.
Se enclava su origen al sur de
Francia, hacia el año 1850, viéndose influenciada toda la zona mediterránea después, y
expandiéndose a la Inglaterra Victoriana y a Rusia más adelante. Sin embargo, su antecedente
más remoto se sitúa en la Italia de los s.XVII y XVIII.
Según la época, lugar geográfico y poder adquisitivo de los dueños de las viviendas, las solerías de losetas y mosaicos hidraúlicos podían elaborarse con mármol, granito, piedra
pulida, barro cocido, etc. Tradicionalmente se fabricaban de forma artesanal, a
partir de mortero de cemento y pigmentos de color, pero los grandes adelantos
industriales supusieron el paso hacia los baldosines prensados y al pavimento
cerámico. Gracias a la gran popularidad entre todas las clases sociales, a la
mejor calidad, y a la más sencilla fabricación, finalmente se abarataron.
En el diseño de los mosaicos
hidraúlicos resulta muy llamativa su fuerza expresiva. Inspirados en estilos
Art Decó y Modernista, se nos presentan muy atractivos, con motivos que van desde
rombos, flores y estrellas a dibujos geométricos.
Antiguamente, muchas de las
estancias de las casas tenían suelos diferentes en diseños y estilos, aportando
a cada habitación un toque distinto y original. Proporcionaba esta solería un suelo fresco, duro y resistente,
a la vez que la estancia o habitación transmitía dinamismo y calidez.
Hoy día, como retorno a la tradición, en gran medida por moda, y en parte por una mayor concienciación sobre la conservación del patrimonio, se vuelve a usar este tipo de baldosa en la decoración de interiores, con objeto de personalizar ambientes a través de diseños coloristas y vitalistas, floreados o de secuencias geométricas repetitivas, en granates, verdes, grises, añiles, azules, cremas, marrones...En las viviendas de Los Pedroches, a menudo, se encontraba el pasillo de la casa enchinado y los laterales tapizados de baldosas y mosaicos. En las fotos que vemos a continuación encontramos antiguas y bellas solerías, con décadas y décadas de vida, y diseños actuales.