domingo, 1 de marzo de 2015

Armonía entre el hombre y la naturaleza. Don Quijote y los cabreros.

Hoy para nuestro blog escogemos un pasaje  del Quijote, con el fin de aprender a  apreciar como la armonía del hombre con la naturaleza es un tema vigente hoy,… como ayer.

CAPITULO XI. Discurso sobre la Edad de Oro (El Quijote)
De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros

       En este hermoso capítulo podemos leer cómo se encontró don Quijote con unos cabreros cuando andaban Sancho y él buscando acomodo y cena. Don Quijote, habló sobre la Edad de Oro, en la que existía armonía con la naturaleza. 
 Esto lo comprobaremos a partir del epígrafe donde Cervantes escribe: cuando hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones…”. 
Es ahí cuando comienza el discurso…
“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados24, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío25. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos26, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas27, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno28, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques29 despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre30; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas31 de valle en valle y de otero en otero32, en trenza y en cabello33, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro34 y la por tantos modos martirizada seda encarecen35, sino de algunas hojas verdes de lampazosIV, 36 y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado37. Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente38, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No habíaV la fraude39, el engaño ni la malicia mezcládoseVI con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje40 aún no se había sentadoVII en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar ni quién fuese juzgadoVIII, 41. Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señeraIX, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento leX menoscabasen42, y su perdición nacíaXI de su gusto y propria voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta43; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste44. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasajeXII, 45 y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero. Que aunque por ley natural46 están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía47, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mí posible, os agradezca la vuestra”.
       Mediante el “discurso de la Edad de Oro” se expresa la transformación del hombre desde la “Edad Dorada” hasta el presente. Era el concepto de justicia distributiva total el que reinaba cuando existía ARMONÍA ENTRE EL HOMBRE Y LA NATURALEZA. En esa época el hombre vivía en un sistema utópico, claro está, donde tenía o poseía lo suficiente para vivir y sentirse digno. Se describe un ambiente pacífico, ético e ideal, donde la concordia, la paz, el concepto de posesión no existían. Sin embargo, cuando el hombre se alejó de la naturaleza rompiendo el ORDEN NATURAL, llego el caos, el fraude, el desorden. La justicia, los bienes comunes, el amor sin artificios y las doncellas viviendo sin temor, se ven abocados al caos. Es ante este deterioro cuando se surge la Orden de los Caballeros Andantes.  
       Aplicándonos la lección, sabemos que el ser humano puede desarrollar todo su potencial, sin límite, cuando está en armonía con la naturaleza. Es de esa manera como nos acercamos al desarrollo sostenible. Desarrollo Sostenible que supone reunir y conjugar esfuerzos, recursos, actitudes y aptitudes para alcanzar la armonía y la afinación entre el desarrollo tecnológico y económico, el desarrollo rural, la conservación ambiental y la calidad de vida del hombre. Todo ello nos llevaría a una vida mucho más solidaria y respetuosa, donde el equilibrio y la justa repartición de la riqueza junto con el respeto al entorno, a la identidad de los pueblos y a los recursos naturales, harían de nuestra sociedad globalizada, una sociedad más igualitaria.



No hay comentarios:

Publicar un comentario