Pretendiendo conservar y mantener la estructura vegetal de la dehesa, tanto instituciones como propietarios acuden a la reforestación como una actividad imprescindible en la gestión de dicho ecosistema y de las explotaciones, y se intenta planificar de forma coherente, de la misma manera que siempre se han planificado y programado los cultivos y el aprovechamiento de los recursos por el ganado.
Las sequías de las últimas décadas han llevado a que la salud de los bosques en general y del encinar en particular se haya resentido. En Andalucía y en concreto en Los Pedroches, la relevancia de los encinares es tal, que constituyen una importantísima fuente de recursos por su aprovechamiento agrosilvopastoral intensivo. El perder estas encinas y la dehesa tendría un gran impacto y consecuencias nefastas desde la perspectiva cultural, social y económica. Además en términos de paisaje, el decaimiento del arbolado rompe la estética y la identidad, y merma la diversidad de riqueza faunística y biológica.
La renovación puede producirse de una manera natural, aunque en el caso de la encina es un proceso muy lento. No obstante, el propietario y los gestores de la dehesa pueden ayudar y promover una renovación que sea acorde con el aprovechamiento ganadero y las labores de la explotación.
Lo cierto es que se hace necesario tomar conciencia y tomar medidas, puesto que la disminución de la salud del encinar y el decaimiento del arbolado produce daños irreversibles en el ecosistema, al afectar a la capacidad de mitigación del cambio climático, a la retención de nutrientes para la vida, al equilibrio de los suelos, etc.
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