Existen referencias de la matanza al menos desde los
romanos. Conforme fue avanzando la Reconquista en la Edad Media, y hasta mucho
tiempo después, la realización de la matanza del cerdo era considerada como
signo externo de la condición de “cristiano viejo”.
Pero sin remontarnos tanto en la historia, echando solo un
poco la vista atrás, la matanza se realizaba con la llegada del frío, un
auténtico ritual. Había un dicho que decía “3 días como uno bien en el año,
Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza”. Si era posible por el mes
de octubre se sacrificaba el “marranete del verdeo”, con un peso de 7 u 8
arrobas. No era para hacer
jamones sino torreznos, chorizo y morcilla de sangre, siendo el objetivo el de obtener comida para los trabajadores que iban a sembrar o a la aceituna.
Casi todas las familias conseguían criar un cochinillo, junto
a los chozos, o en los cortijos, o incluso en los corrales de las viviendas en
el pueblo. Se solían construir cerca de las chozas una cochinera o zahurda de piedra
donde se encerraba al cerdo por la noche, para protegerlo de alimañas e incluso
de lobos.
Durante las matanzas se reunían vecinos y familiares, y
además de sacrificar al cerdo, se preparaban morcillas y chorizos. Y todo ello
se acompañaba de bailes, vinos y música hecha con instrumentos artesanales y
rudimentarios, y cantos, pues “si a la morcilla no se le cantaba y bailaba, se
ponía rancia”.
Antiguamente en Los Pedroches, y en general, la matanza se
hacía por Noviembre, cercana a la festividad de San Martín, y de ahí el refrán:
“a todo cerdo le llega su San Martín”.
Actualmente se realiza la matanza de forma diferente. Las
personas mayores, que eran los matarifes y los que organizaban el trabajo, han
ido desapareciendo, y se pierde la tradición en los pueblos. Ahora se intenta
recuperar a través de la celebración de un día especial, "El día de la Matanza" para que se conozca a
popularmente, en el que realmente no se participa pero se ven los pasos de cómo
se había una matanza. Y a ello se le unen diversas expresiones folklóricas,
venta de productos artesanales, etc. Es
una forma de mantener la tradición viva, de crear ingresos para los pueblos y
de dar a conocer estas costumbres y este Patrimonio.
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