QUIEN NO
TRILLA EN AGOSTO, TRILLA CON MAL ROSTRO
O este otro refrán…..“El
agua agostera destroza la era pero aparta la rastrojera”. Hoy lo tomamos para
comenzar hablando de la antigua “trilla”.
El trillo como herramienta agrícola, ayudaba a separar la
paja del trigo. Se componía de unos tablones gruesos situados sobre una
armadura, estando incrustadas en la parte de abajo del tablero unas piedras
cortantes o unas cuchillas.
Sobre la “era” se arrastraba por mulos o por bueyes, de forma
que las piedras cortaban la paja, que había sido llevada allí en forma de “gavillas”
y en este proceso se separaba la semilla sin dañarla.
La existencia del trillo data al menos de hace 8.000 años en
Oriente Medio y Las Balcanes, según nos demuestran diversos vestigios
arqueológicos.
En la pintura egipcia, que se utilizaba para decorar las
paredes de templos y tumbas, la temática sobre la vida cotidiana, las plantas y
los animales era común…y ahí vemos en la foto una escena relacionada.
El trillo de hierro, como el que apreciamos en otra de las
fotos, iba moliendo el trigo, el centeno, la avena y otros cereales, y cortando
la paja. Con un sentadero arriba, se le daban vueltas a la “era”.
Remontándonos a los romanos, en las “villae” usaban los
llamados trillos romanos de los cuales derivaron los utilizados en nuestra
Comarca. A raíz de la romanización, fueron importantes las innovaciones que se
instauraron (ejemplo es el arado romano, que siguió en uso hasta la
industrialización). Los cartagineses introdujeron algunas técnicas agrícolas
que eran incluso más avanzadas que las romanas, como el “ploscellum punicum”,
un trillo con cuchillas de hierro arrastrado sobre ruedas.
Si volvemos a fijarnos nuevamente en el arte pictórico , los
pintores también tuvieron en cuenta esta labor del campo, como “Estudio para la trilla” de Joan Miró
(1918) en carbón y ceras sobre papel, o el óleo de Goya (1786) titulado “La Era
o El Verano”, con escenas dedicadas a la diosa Ceres. En él podemos contemplar
el descanso de los segadores en el campo después de la cosecha del trigo,
reunido ya en gavillas. A la derecha, un labriego prepara el trigo con el
rastrillo y se apresura para realizar la trilla con la gran piedra que hay a la
izquierda, antes de que estalle la tormenta que amenaza.
La labor de la trilla es, igualmente, de gran interés
etnológicamente hablando. Todo el proceso que conducía a la separación del
grano y a su almacenaje comenzaba con el transporte del trigo desde el campo a
las eras. Las eras representaban unos espacios importantes y de su tamaño y
características se podían deducir la categoría y poder del propietario o de la comunidad.
Hacía falta cierta técnica para su acondicionamiento y preparación.
Por otro lado, decir que las faenas agrícolas siempre han
tenido aparejada una cultura, y una forma de ser y hacer, no solo en la
costumbre transmitida sobre la forma de realizar las labores, sino también en
la forma de expresarse oralmente, es decir, en su propia poesía o lírica oral
asociada a dichas labores o tareas.
A través de las canciones del laboreo, los trabajadores se
liberaban y a la vez se reconciliaban con el duro trabajo al sol.
Normalmente,
la temática de estos cantos estaba relacionada con la tarea agrícola en sí, o
con el amor.
“Mi yegüita lucera
Contenta está,
Porque este año la trilla
Se va a acabar”
O cuando se terminaba de recoger el cereal limpio, y el
jornal se cobraba, los jóvenes decidían hacer los preparativos para casarse:
“Ya está la parva hecha
Y el grano en casa,
Y ahora dice la niña
Que no se casa”
Como explica Caro Baroja, existe una conexión entre la
recogida del cereal, la fecundidad y los epitalamios (composiciones poéticas
relacionadas con la celebración de una boda).
También se tarareaban cancioncillas absurdas, o graciosas:
“En la era Margarita
Sembré piñones,
Nacieron calabazas,
Cogí melones”
O con alguna enseñanza o moraleja:
“Ya me decía mi mare,
Ella me decía a mí,
Que fuera tomando el tiempo
Como lo viera venir”.
Existen otras letras en las que se mostraba la diferencia de
clase, o diferencia social:
“Ya está la parva hecha,
Señor nostramo
Danos nuestro dinero
Que ya nos vamos.
La lírica popular de nuestro campo es de una gran dignidad y
acompañó a un nutrido conjunto de personas en sus labores y en su sentir.
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