La
época de recogida de la bellota y la montanera
es un periodo emblemático en Los Pedroches por lo que de natural y económico tiene, y simbólico por
el componente identitario que lleva implícito. La montanera es la última fase
de la cría del cerdo, aproximadamente de octubre a febrero, donde la piara se
mueve entre encinas, comiendo hierba y bellotas, en plena dehesa.
Como
las bellotas están prioritariamente destinadas al cochino, desde tiempos
pasados se intentaba evitar que otros animales las consumieran, de forma que
cuando las condiciones climatológicas propiciaban por un lado, que hubiera mucha cosecha y por otro, que existiera un exceso de humedad, había que
recolectar la bellota mejor, más grande y más dulce para evitar que se
pudriera. Se cogían las de lugares de acceso difícil para el ganado, en matorrales,
barrancos, cerca de la lindes…Esas bellotas mejores que eran recogidas antes de
que la piara de cerdos entrase en la finca, se reservaban para alimento del
animal más adelante.
La
cogida de bellotas comenzaba en octubre, vareando la encina para que éstas
cayeran, si bien en noviembre, en plena producción de la cosecha, el vareo se
reducía y se recogían del suelo directamente, con menor coste para los dueños.
Los
propietarios pequeños vareaban y cogían bellotas ellos mismos, aunque el bajo
precio de la mano de obra hacía que incluso contrataran a algunas mujeres para
la recolección.
En las
fincas grandes, cuadrillas de quince a veinte mujeres iban a coger bellotas y llegaban acompañadas de algún hombre para
manejar los pesados costales, subirlos a las bestias y para varear. Dormían en
los cortijos durante un período de uno a dos meses. Así ganaban
el jornal aunque era muy bajo.
Una
modalidad de trabajo fue la de jornal a
destajo, fijando una cantidad de costales por jornada, o también a medias.
Penosa
tarea era la de coger bellotas, con heladas, frío, lluvias, barro…Usaban
piedras, que calentaban en la candela, para calentarse las manos. Y para proteger los dedos utilizaban los “deíles”
o dediles, hechos con cáscara de bellota.
Antiguamente,
en los pueblos muchas personas tenían cochinos en sus corrales y en muchas
ocasiones se alimentaban con bellotas que robaban o que compraban a quien las
había robado.
Aunque
también se robaba la bellota porque una
cuartilla de este fruto , al venderla daba dinero para comprar el pan. También
eran utilizadas para hacer pan,” pan de bellotas” y para asarlas.
En casi todos los pueblos se daba esta
práctica de forma que hombres, mujeres y niños cogían bellotas furtivamente.
Cuando se percataban de algún peligro, dejaban los costales escondidos, y
volvían más tarde. Algunos guardas y jornaleros de fincas tenían como única
misión vigilar, para evitar los robos. En los años de más miseria, en grandes
cortijos, llegó a haber guardia civil para intentar atajar el problema.
Nos contaron
que un hombre de Villanueva, en su
pequeña finca se encontró con un “ bellotero”
cogiendo bellotas furtivamente, es decir, robándolas y acercándose a él le preguntó qué estaba
haciendo….Y el hombre humildemente le dijo…”ya ves…y mejor quítame las bellotas que he cogido
porque no puedo cargarlas al hombro, no tengo fuerzas, ni siquiera he comido
hoy” . Así que finalmente, el campesino jarote sacó su merienda, almorzaron y
le ayudó a transportar las bellotas hasta
su casa.
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