martes, 20 de mayo de 2014

La encina herida por el rayo.

       El rayo es una poderosa descarga electrostática natural producida durante una tormenta eléctrica. La radiactividad del granito y el hierro de la savia de la encina atraen los rayos.

       La encina de la foto, anclada en terreno granítico de Villanueva de Córdoba, fue alcanzada por un rayo años atrás, pero como se aprecia retoñó de nuevo con fuerza.

       La encina, como el roble y el olivo, es un árbol consagrado a Júpiter considerándose de mal agüero que un rayo cayese en ella, cosa que en Los Pedroches ni afecta ni sugestiona entre otras cosas porque las tormentas son un fenómeno normal y natural, y bonito.

       La señorial encina se consideró como árbol sagrado desde antiguo:
Michel Random (escritor, fiilósofo, etc.) decía que “El árbol, en su verticalidad, es el lugar sagrado donde el cielo se enraiza  en la tierra”.

      La encina, es también árbol mágico para los escandinavos, representando junto con el roble el eje del  mundo. Para los celtas, a través de la encina llegaban a los hombres los dones y bondades de los dioses.

    Por otro lado, los oráculos del bosque de Dodona (Ciudad del Épiro) eran encinas parlantes. 
        Los romanos usaron su “corona cívica” con el fin de premiar al soldado que había salvado a un ciudadano romano del enemigo, en la batalla. Era inicialmente de Carrasca y finalmente de ramas de encina.  

       La mítica clava de Hércules, famoso por su fuerza, se tiene por ser de madera de encina, aunque algunos autores dicen que era de olivo.

       La encina es también símbolo de un ánimo fuerte y constante para heroicas acciones. En Navarra existió la Orden de la Encina para pelear con fortaleza contra los moros.


      La hoja de encina con o sin bellotas aparece en muchas heráldicas europeas porque simboliza dureza y tenacidad, y ardimiento guerrero.

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